¿Hubo invitados? o ¿Hubieron invitados?

HUBIERON: USO CORRECTO

La forma verbal hubieron es la que corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos, hubisteis, hubieron. 

USOS CORRECTOS:



Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos siguientes:
Para formar, seguida del participio del verbo que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron terminado, hubieron comido, hubieron salido.
Este tiempo indica que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas; Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe.
En el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos como cuando, tan pronto como, una vez que, después (de) que, hasta que, luego que, así que, no bien, apenas.
Prácticamente no se emplea en la lengua oral y es hoy raro también en la escrita, pues en su lugar suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (Cuando todos terminaron, se marcharon a sus casas), bien el pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas habían traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe).
Como forma de la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis verbal haber de + infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más usual hoy tener que + infinitivo: El director y su equipo hubieron de recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para la película.

USO INCORRECTO:

No se considera correcto el uso de la forma hubieron cuando el verbo haber se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, pues con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de sujeto (el elemento nominal que aparece junto al verbo es el complemento directo) y se usa solo en tercera persona del singular.
Son incorrectas oraciones como:
Hubieron muchos voluntarios para realizar esa misión.
No hubieron problemas para entrar al concierto.
Debe decirse:
Hubo muchos voluntarios para realizar esa misión.
No hubo problemas para entrar al concierto.

Mecanismo de relojería




Contar una historia implica causalidad. Contar algo significa establecer una cadena causal de acontecimientos, donde necesariamente deben atenderse las leyes de tensión, equilibrio, clímax, expectativa y desenlace. En el terreno de la literatura, muchos teóricos consideran que un cuento funciona como un complejo y riguroso mecanismo de relojería, donde cada una de sus partes resulta fundamental para que el resultado total sea óptimo.

Taller Claudia Cortalezzi

Mirar desde el personaje



Arturo Pérez Reverte, en un artículo titulado "El punto de vista", habla sobre cómo ve del mundo cada pesronaje. Dice que no es lo mismo ver el mundo cuando uno mide 1,60 que cuando mide 1,85. Si el personaje es una mujer fea o muy bella, y da también otros ejemplos.
Lo que quiere mostrarnos es que nuestra imaginación no siempre es suficiente, que debemos alimentarla con el material adecuado: situarnos en el lugar donde se sitúan los personajes y mirar desde su mirada.


No hay recetas mágicas

 Hablando del cuento...

Escribir un cuento no es cuestión de magia. Así como a la hora de ponernos a cocinar una nueva receta buscamos un libro de cocina o indagamos en la Web para ver cómo se hace, así como al sentarnos por primera vez frente a un aparato electrónico aprendemos cómo se usa, para escribir un cuento necesitamos conocer la técnica.




Dice Juan Bosch

"A menos que se trate de un caso excepcional, un buen escritor de cuentos tarda años en dominar la técnica del género, y la técnica se adquiere con la práctica más que con el estudio. Pero nunca debe olvidarse que el género tiene una técnica y que esta debe conocerse a fondo".


Un primer premio

¡Un orgullo para el taller!

Comparto esta gran noticia:
Hace unos días, en las XXX Jornadas Científicas Hospitalarias D. F. Santojani, Oscar Piolini obtuvo el Primer Premio de Literatura. 
 






¡Felicitanes, Oscar!










El galardón fue para su cuento "Lucas", del libro Abriendo puertas






Podés leer fragmantos de los cuentos, aquí.


Actualmente, Oscar Piolini está corrigiendo una novela. 

Cuentos del taller: "Atracción faltal", de Nina Saetch

Les presento a Nina Saetch, tallerista del grupo de los miércoles en la Biblioteca Sarmiento de Cañuelas.
Y les dejo su cuento "Atracción fatal", publicado en Breves no tan breves.
¡Felicitaciones, Nina!

 

 Atracción Fatal


Aquel  juego se había convertido en una especie de adicción que lo arrastraba noche tras noche, sin que le importara demasiado saber por qué lo hacía. Encendía la luz de su habitación y se situaba frente al espejo que lo reflejaba de cuerpo entero.
Comenzaba su ritual quitándose la ropa muy lentamente como en un espectáculo de striptease, donde no habría ni aplausos ni gritos; solo la satisfacción de su ego. Y como si hubiese una música que solo él escuchaba, su cuerpo seguía el compás en magníficos movimientos, donde su varonil adolescencia lucía en todo su esplendor. El espejo atrapaba la imagen del bailarín en sus pasos y giros hasta que estallaba en un profundo delirio que lo arrancaba del tiempo y el  espacio. Y en un final de danza, él pegaba su piel transpirada a la fría superficie, como si quisiera fundirse en ella. El cansancio lo obligaba a deslizarse hasta el piso, donde quedaba jadeante, pero feliz.
Una noche inició su baile como de costumbre y, cuando presa de aquel paroxismo, se abrazó al alargado y rectangular espejo, sintió que una extraña fuerza lo levantaba y arrastraba hacia el infinito. Aterrado, cerró los ojos. Cuando los abrió no se encontraba sobre el piso de su habitación. Se sentía liviano, como si hubiera sido desprovisto de su cuerpo. ¿Qué estaba sucediendo?
Su mamá entró en la habitación, llamándolo. La vio buscarlo con la mirada, la vio encontrarlo tirado en el piso, inconsciente. Ella gritaba y lo abrazaba.
Enseguida vio él entrar a su padre. Y vio cómo entre ambos lo acostaban en la cama y lo cubrían.
Después llegó el médico de la familia, quien lo auscultó, tomó su presión y palpó sus piernas y brazos.
Él los observaba a todos. Ahora se separaban de la cama. Entonces…, se dijo. Entonces yo habré… ¿muerto?
Y se vio abriendo los ojos. Pero él ¿estaba ahí? No, su alma no estaba ahí. Él lo observaba todo desde el interior del espejo, formaba parte de un mundo frío y brillante que había robado sus movimientos y su danza, en un eterno giro.

 

El trabajo terminado

¿Cómo saber si un trabajo literario está completo —terminado—, si es lo que el autor se ha propuesto hacer? 
¿Con qué argumentos cuenta para defenderlo?



No le tengas miedo a las correcciónes, harán que tu talento se luzca.

Para lograr la autocorrección se necesita del conocimiento de la lengua, y también del conocimiento de "lo literario". Saber cuáles son las herramientas que deberá usar en cada caso, de acuerdo a cada contexto.
Se debe aprender a leer el trabajo propio. Además, se puede dar a leer el texto a alguien que no lo conozca, y aceptar las críticas. Porque aceptar críticas es un excelente entrenamiento para lograr la autocrítica.
Llegará un momento en que el autor novato podrá corregirse a sí mismo, y saber fehacientemente que el trabajo está bien hecho.

Leemos a Juan José Arreola

Cuentos











Juan José Arreola Zúñiga, escritor mexicano. Nació en Zapotlán el Grande —hoy Ciudad Guzmán—, Jalisco en 1918.
Murió en 2001 en Guadalajara.
Fue escritor, académico y editor.
Su obra: Varia invención, Confabulario, La feria, Palindroma, Bestiario, Inventario, Confabulario personal.

No te apures, aprendé a usar las herramientas

 


De los cientos de miles de libros que se publican en ediciones independientes, o de autor, solo un puñado tiene la calidad literaria suficiente para sobrevivir a la presentación. La mayoría de esos libros van a parar a bibliotecas o armarios de familiares y amigos. Y, a veces, ni siquiera son leídos.
¿Por qué pasa eso?
La principal razón es que muchos aspirantes a escritores creen que con sentarse frente al teclado alcanza, y no se toman el tiempo para aprender el oficio

El oficio posibilita el arte




Vayamos paso a paso: aprendamos la técnica, aprendamos los recursos literarios.

La escritura es un arte, un oficio, un edificio en construcción. Y, para evitar fisuras en su armazón, debemos entregarnos a las reglas.

Aprender a hacerlo bien puede llevar toda la vida. Vale la pena.

Presencial y a distancia



 

Un taller para aprender a escribir y corregir tus propios textos. Encuentros semanales, de clases presenciales: en grupo o individuales. También podés optar por taller a distancia: individual, vía e-mail.

Ecos de mi propio mundo

En su ensayo Mientras escribo, Stephen King habla de "eso" que buscan los  lectores en general. 
Y lo dice así:



En general, la gente  que compra libros no se guía por el mérito literario de una novela. Quiere una historia entretenida para el avión, algo que los cautive desde el principio, que los absorba y los impulse a girar la página. Esto, a mi juicio, ocurre cuando los lectores reconocen a los personajes, su comportamiento, su entrono y su manera de hablar. Una manera de que el lector se sienta dentro de la novela o el cuento es que oiga ecos muy fuertes de lo que vive y piensa.

Stephen King

Lo literario





Todo texto literario funciona como un sistema; ello quiere decir que existen relaciones necesarias y no arbitrarias entre las partes constitutivas de ese texto.

Tzvetan Todorov

¿Quién dijo que los grandes genios no corregían?


Escribir y corregir:
Mi experiencia —como escritora, primero; y como coordinadora, después— me enseñó que el autor normalmente no ve los errores estructurales de su texto. Esto sucede por la sencilla razón de que él, como autor, conoce al dedillo lo que ha escrito y también lo que no ha escrito (ojo, no hay que decirlo todo; pero tampoco se deben dejar cabos sueltos).
Así que, siempre viene bien que otra persona, alguien que no conozca el texto, nos de su opinión, nos diga qué es lo que entiende. Es una buena manera de saber si dijimos lo que queríamos decir.




Foto de un manuscrito de Madame Bovary, Flaubert.

Así se cuenta un cuento



Las palabras pueden combinarse de maneras infinitas para lograr infinitos objetivos.
Pero tengamos en cuenta que cualquier historia que contemos —infantil, romántica, de horror— debe dejar bien claro, desde el principio, quién cuenta (punto de vista), dónde se desarrolla la acción y qué hacen los personajes mientras hablan.

Escribí un cuento, ¿lo publico?


"El novato se lanza hacia delante sin mirar, contando únicamente con su experiencia, pensando que la vida que ha vivido y las péliculas que ha visto le dan algo que contar y una forma de contarlo. Sin embargo, valora en exceso la experiencia. Obviamente, queremos escritores que no se escondan de la vida, que la vivan profundamente, que la observen con detenimiento. Eso es vital pero no suficiente."

Robert McKee




Esto que expresa McKee sobre los guionistas, viene muy bien a la hora de explicar por qué muchas veces encontramos errores insalvables, en textos que no pasaron por un taller de corrección.

Leer para aprender




La lectura nos enfrenta a mundos desconocidos, fantásticos, maravillosos.
El escritor disfruta de esos mundos, pero también estudia línea por línea la obra literaria. Porque es ahí donde encuentra la fuente de procedimientos de estilo.

Claudia Cortalezzi
 

Un maestro del diálogo


No olvidemos hacer hablar a nuestros personajes.



"El diálogo da voz a los personajes, y es esencial para definir su manera de ser".


Stephen King

 

¿Por qué corregir?


Si la imaginación no es inflexiblemente dirigida, ¿quién puede saber dónde se detendrá? El mejor talento se deja arrastrar por ella.
 
Antoine Albalat 




Leemos a Baldomero Lillo


 ¿Leemos?



Les dejo tres cuentos de este gran escritor chileno:








Baldomero Lillo Figueroa nació en 1867 y falleció en 1923.
Cuesntista chileno, considerado el maestro del género del realismo de su país.
Su obra literaria:
Libros: Subterra, Sub sole. 
Otros cuentos: Juan Fariña, Relatos populares, Inamible.

Ver más en Acomodando palabras


¡Busquemos un sinónimo, urgente!

"Cuando en un discurso se encuentran palabras repetidas y que, al tratar de corregirlas, se las encuentra tan propias que se echaría a perder el discurso, hay que dejarlas..."
Pascal


Para evitar repeticiones se puede recurrir a los sinónimos. Aunque se podría discutir un rato largo sobre ellos. 
Recordemos que no siempre existe una palabra que exprese exactamente lo mismo que otra.

Y... 
... ¡no olvidemos que la mejor manera de decir algo es con nuestras propias palabras!

Los libros que leo



Lo mejor sería leer primero las obras buenas. Servirían luego de criterio para juzgar a las demás.
[...]
Para aprender el arte de escribir por el estudio de los modelos no es necesario leer muchas obras, lo importante es leer las buenas.
[...]
Un literato que no lee, pierde la mitad del talento que podría tener.




Tomado de La formación del estilo

¿Quién, dónde...?



Las palabras pueden combinarse de maneras infinitas para lograr infinitos objetivos.
Pero tengamos en cuenta que cualquier historia que contemos —infantil, romántica, de horror— debe dejar bien claro, desde el principio, quién cuenta (punto de vista), dónde se desarrolla la acción y qué hacen los personajes mientras hablan.


Claudia Cortalezzi

¿"Que" o "de que"?


¿"Que" o "de que"?

Normalmente, por temor al dequeísmo, terminamos en otro error: el queísmo.

Algunos verbos no admiten “de que”:
Aclarar, afirmar, agradecer, anunciar, considerar, contar, creer, decir, imaginar, informar, jurar, negar, opinar, ordenar, pensar, pedir, prometer, recordar, responder, resultar, sugerir, ser, parecer.
Otros, en cambio, exigen el uso de “de que”:
Acordarse de, alegrarse de, arrepentirse de, convencerse de, darse cuenta de, enorgullecerse de, estar convencido de, estar seguro de, hablar de, olvidarse de, quejarse de, sorprenderse de, tener la certeza de, tener la idea de.

Ejemplos:

1) Estoy convencido que obtendremos el resultado deseado. (incorrecto)
Estoy convencido de que obtendremos el resultado deseado. (correcto)

2) Date cuenta de que yo no fui. (correcto)
Date cuenta que yo no fui. (incorrecto)

3) Me alegro de que te haya ido bien. (correcto)
Me alegro que te haya ido bien. (incorrecto)

4) Estamos a favor que se concrete el proyecto. (incorrecto)
Estamos a favor de que se concrete el proyecto. (correcto)


Nuestas palabras: nuestra propia voz

¿Cuántas veces nos preguntamos cuáles son las palabras adecuadas a la hora de escribir, y decidimos que lo ya escrito es mejor?

Acá el primer consejo:

¡NO a las frases hechas!
 

Las mejores palabras que podemos elegir son las propias, esas que no pueden ser reemplazadas.

Muchas veces nos decidimos por una frase hecha —un "clisé"— porque nos parece sensilla, común, ya empleada. Pero no nos detenemos a pensar que podríamos reemplazarla por otra más sensilla: una frase expresada con nuestras propias palabras,


                                                                                 Claudia Cortalezzi